Roma es romance

No hay mejor lugar para ir en pos del amor eterno que la Ciudad Eterna. Para asegurar que el trayecto te sea leve, planea un fin de semana reconfortante, con actividades para eludir a las multitudes, comida exquisita y amore

No se puede deletrear romance sin Roma, y la innegable belleza de la capital italiana la hace un escenario natural para una escapada amorosa. Naturalmente, los sitios icónicos de la ciudad, como la recién restaurada Fontana di Trevi o el milenario Coliseo tienen sus obvios encantos, pero también traen consigo predecibles multitudes. Para un acercamiento más íntimo a la ciudad, diríjanse a sus lugares y colecciones menos conocidos, en donde podrán tener los salones renacentistas y las galerías de arte barrocas para ustedes mismos. La Villa Farnesina (en la foto), en el encantador barrio del Trastévere, por ejemplo, atrae muchos menos visitantes a sus espacios cubiertos de frescos. La villa del siglo XVI fue construida por el banquero espectacularmente adinerado, Agostino Chigi, quien empleó a los más importantes artistas y arquitectos de la época, entre ellos Rafael. Chigi comisionó a Rafael para pintar la entrada del salón de la planta baja con escenas que muestran el tumultuoso compromiso y subsiguiente matrimonio de Cupido y Psique, una alegoría de sus propias relaciones altamente publicitadas.

Desde el Trastévere, sigue la Via Garibaldi subiendo hasta la cima de la colina del Janículo. Conforme asciendes, aparecerá el mosaico de los techos de terracota de Roma, revelando las cúpulas de las iglesias esparcidas por todo el horizonte urbano. Las mejores vistas son desde la llamada fuente Il Fontanone, una gran fuente decorativa, construida por el Papa Paulo V, y desde la cercana Piazza Garibaldi.

A corta distancia, los terrenos de la Villa Pamphili (en la foto), que es el jardín público más grande de Roma, son ideales para un paseo de la mano de alguien. Desde la entrada principal, cerca de la Porta San Pancrazio, transita por los senderos sombreados por los pinos, reclínate en la sombra del palacio Pamphilj del siglo XVII, y haz una pausa en el estanque de las tortugas. En climas más cálidos, trae un almuerzo para picnic, o visita el Antico Arco cerca de la entrada del parque, para comer los clásicos de Roma actualizados, como cacio e pepe con flores de calabaza fritas y carbonara con trufas negras.

Al bajar la colina y cruzar el río Tíber, la Galleria Doria Pamphilj (en la foto) está alojada dentro del palacio privado más grande de la ciudad. Los salones recubiertos de oro de la mansión familiar están embellecidos con obras maestras de óleo y mármol. Apropiadamente, la gran colección creció como resultado de matrimonios entre clanes nobles y, pese a sus tesoros, la galería logra evocar la sensación de algo personal e íntimo.

Al caer la tarde, es el momento de brindar juntos con un refrescante aperitivo en el techo del cercano Grand Hotel de la Minerve, que nos ofrece vistas inigualables sobre la cúpula del Panteón, para luego terminar las apasionadas actividades del día con una cena memorable para dos. Para una ocasión inigualable, elige el Metamorfosi, galardonado con estrellas Michelin. Aquí, entre luces tenues atmosféricas y cálidas maderas, el estimado chef Roy Caceres y su equipo transforman los ingredientes estacionales italianos en platillos contemporáneos, como carne de res ahumada Wagyu, y un espectacular espagueti Abruzzo con mariscos. Para una cena igualmente festiva, en una escala menos extravagante, Salumeria Roscioli es un aclamado bar de vinos y restaurante en el centro histórico de Roma. Combina la excelente lista de vinos espumosos con ostiones, camarones crudos, o queso suave burrata, servido con jitomates mitad agrios, mitad dulces, secados a medias al sol.

Con los corazones y los estómagos adecuadamente llenos, es hora de retirarse. Intenta el hotel boutique Campo de’ Fiori, con sus 23 habitaciones cálidamente amuebladas con accesorios de tapices, pinturas al óleo y antigüedades. Trata de obtener una suite del piso más alto con camas de dosel, techos pintados al fresco y terrazas privadas. Alternativamente, haz tu nidito de amor en el Hotel Raphaël de cinco estrellas (en la foto), una gran mansión cubierta de hiedra que asume el doble papel de hotel y de museo de arte, lleno de antigüedades y artefactos, sin faltar el arte maya y la cerámica de Picasso, con varias suites diseñadas por el arquitecto estadounidense Richard Meier.

El desayuno en la cama tiene que ser el orden del día en la mañana siguiente, pero tómate tiempo más tarde para deleitarte con la vista panorámica de la ciudad desde el bar y restaurante del techo del Raphaël, que va desde el Panteón hasta la Basílica de San Pedro. A unos minutos de la Piazza Navona, también se encuentra maravillosamente ubicado para los lugares más importantes de la ciudad y, pese a que estén llenas de otros amantes, ningún viaje de escapada romántica estará completo sin disfrutar, por lo menos, una de estas atracciones clásicas:

  1. Fontana di Trevi Una para el álbum familiar. Como se mencionó, no serás el único peregrino en llegar a este escenario clásico de Hollywood, pero vale la pena lanzar una moneda, como marca la tradición, e intentar un abrazo estilo Dolce Vita, aprovechando que estás ahí.
  2. Ponte Milvio Aún cuando los muchos candados que significaban amor eterno, que alguna vez adornaron este famoso puente, han sido ya retirados, sigue siendo un símbolo de los muchos romances de Roma. Si sales por la noche tendrás una vista encantadora del río Tíber.
  3. Teatro dell’Opera di Roma Lujoso terciopelo rojo, palcos acogedores y un impactante contralto: ¿quién puede resistir una noche en la ópera? Si tú, o tu media naranja, pueden hacerlo, el icónico teatro romano del siglo XIX también alberga ballet y teatro.

Pero Roma es para toda la vida – no solamente para el día de San Valentín. También, echa un vistazo a nuestra guía para Pascua en la Ciudad Eterna.

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