6 viajeros comparten los recuerdos de sus viajes por las carreteras

Ellie Walker-Arnott es editora digital en Time Out London y también edita las páginas de Time Out’s Escapes. Se metió en un automóvil alquilado con dos de sus mejores amigos para un viaje de dos semanas por las carreteras de California.

“Después de buscar nuestro automóvil en San Francisco, nuestros viajes nos llevaron por un circuito a través de fiestas de mariscos en Santa Bárbara, una mega noche en Los Ángeles, una noche de astronomía en el Gran Cañón, caminatas soleadas en el Parque Nacional de Yosemite y un día casi indescriptiblemente caluroso, al conducir a través del corazón desértico del Valle de la Muerte. Pero el momento que más recuerdo fueron las horas después de que partimos. Habíamos tomado la Carretera de la Costa del Pacífico, y mientras Monterey desaparecía en el espejo retrovisor, el paisaje se volvía salvaje con acantilados escarpados y olas juguetonas. Cuando el sol comenzó a ponerse, el paisaje del Gran Sur bañado por la luz de la hora dorada y soñadora era abrumador. Con muy pocos automóviles en la carretera, parecía que el espectáculo era solo para nosotros. Pronto dejamos de preocuparnos por llegar a nuestro campamento antes de que oscureciera y empezamos a detenernos en todos los apartaderos, salíamos del automóvil para quedarnos quietos y apreciarlo todo”.

Jewels Rhode es la fundadora de travelJewels, un blog dedicado a ayudar a sus lectores a vivir una vida plena y con un propósito a través de los viajes. Pasó dos semanas navegando por Polonia con sus amigos.

“Pasé dos semanas de verano viajando por Polonia con mis amigos, Jacek y Jessica, en una aventura de 1586 millas que comenzó en Varsovia y terminó en Cracovia. Decidimos viajar en automóvil para no vernos restringidos por los horarios del transporte. Fue liberador poder ajustar nuestra aventura como nos pareció conveniente. Jacek es polaco y como local asumió el papel de nuestro navegante de confianza. Más allá de ver algunas vistas increíbles en Varsovia, Łódź, Toruń, Kołobrzeg y Cracovia, muchos de nuestros momentos especiales ocurrieron mientras manejábamos entre los destinos: música a todo volumen, cantar karaoke para automóviles y recibir lecciones de historia de Jacek, mientras todos sentíamos pura emoción por lo que vendría después en nuestro viaje”.

Emma Vince es escritora de viajes y editora de American Express Travel. Pasó una semana viajando por las Tierras Altas de Escocia.

“Después de conducir una semana por los lagos relucientes y las tierras altas salvajes, hicimos una parada más en nuestro viaje por las carreteras de Escocia: el viaducto de Glenfinnan. Hecho famoso en todo el mundo gracias a las películas de Harry Potter, puede incluso tomar una fotografía perfecta del tren de vapor jacobita rojo que pasa dejando una nube de vapor dos veces al día. Esa mañana, la mala visibilidad en las sinuosas carreteras de las montañas nos retrasó. Cuando nos acercábamos a Glenfinnan, ya podía ver nubes de vapor blanco que se elevaban hacia el cielo en la distancia. Mi compañero aceleró mientras yo gritaba: “¡Sigue a ese tren!”. A pesar de nuestra farsa de cine de acción, llegamos tarde y nos lo perdimos. Mientras tomábamos fotos del viaducto vacío en la llovizna con gran desánimo, vi dos faros que parpadeaban a través de la niebla. Con un alegre toque de bocina, un tren de dos vagones de ScotRail se puso a la vista. No era el Expreso Hogwarts, pero pude tomar la foto de un tren cruzando el viaducto y es un momento que nunca olvidaré”.

Abigail King escribe el premiado blog de viajes Inside the Travel Lab sobre el lujo reflexivo y el turismo sostenible. Se fue de viaje familiar de dos semanas por las carreteras a través del Peloponeso griego.

“Estábamos a mitad de nuestro viaje cuando apareció. La arena hacía cosquillas en la parte inferior de la espuma de las olas mientras el cielo se derretía en los rosas y púrpuras del atardecer. Allí, abandonado a orillas de la playa de Valtaki, se produjo un gran naufragio. Los bordes afilados del barco, de color rojo oxidado, parecían desafiantes en lugar de desolados. Los lugareños se habían acostumbrado al naufragio de Dimitrios, pero para nosotros fue el tipo de descubrimiento inesperado que esperábamos cuando emprendimos nuestro viaje por las carreteras. Nuestros viajes comenzaron en Atenas, seguimos por el Peloponeso, mientras buscábamos la autenticidad entre Esparta y Olimpia con un bebé a cuestas. Y con nuestro propio automóvil, lo encontramos”.

Con sede en Nueva York, Stephanie Vermillion es una escritora de viajes que también dirige un blog de viajes por las carreteras The Wanderlost Way. Pasó seis días explorando Islandia por las carreteras con su prometido.

“Mientras nos alejábamos del aeropuerto de Keflavik para un viaje de seis días por las carreteras en Islandia, estaba convencida de que habíamos aterrizado en otro planeta. El viaje por las carreteras, algo que se debe hacer en Islandia, nos dio a mi prometido y a mí la libertad de explorar los rincones menos conocidos de este país salvaje y fascinante. Siglufjörður fue uno de los destinos remotos que rápidamente me robó el corazón. Rodeado de montañas imponentes, este pintoresco pero remoto pueblo pesquero del norte de Islandia se encuentra a 28 millas del círculo polar ártico. Dado que lo visitamos en marzo, se sintió como si tuviéramos a disposición este pintoresco pueblo para nosotros solos. Aunque vimos muchos paisajes impresionantes en nuestro viaje de Reykjavik a Akureyri, nada supera a esos momentos de soledad en las montañas”.

La escritora de viajes australiana, Ashlea Wheeler, escribe sobre cómo vivir un estilo de vida aventurero y sostenible en A Globe Well-Travelled. Hace poco, recorrió las carreteras de la costa este de Australia con sus amigos.

“En un viaje reciente, mis amigos y yo alquilamos un automóvil en Brisbane y una semana más tarde terminamos en la isla Fraser, conocida por sus dingos salvajes y sus agujeros secretos para nadar. Recorrimos con nuestro vehículo 4×4 los caminos de arena con baches a través de densos bosques y luego nos dirigimos hacia el lado este de la isla para encontrar la interminable extensión de playa utilizada como una carretera de arena. Uno de mis momentos favoritos del viaje fue conducir por la arena con las ventanas abiertas y sentir el aire salado del océano en mi rostro. En un momento, tuvimos que parar para que un avión turístico local pudiera usar la playa como pista de aterrizaje. Me giré en mi asiento para observar con asombro cómo el avión aterrizaba ligeramente detrás de nosotros. Experiencias como esa no ocurren en ningún otro lugar, la isla Fraser es como ningún otro lugar en el que haya estado”.

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